Me avergüenza el alcalde de mi pueblo reprobado por machismo, por homofobia, por falta de democracia, por no llevar a efecto lo que aprueba por mayoría la oposición en los plenos. Me avergüenza que despida trabajadores mientras contrata asesores a dedo, eso denominado eventuales o “cargos de confianza”. Me avergüenza que persiga a base de multas a los vecinos/as y asociaciones mientras “escupe mentiras en redes sociales” o usa medios de comunicación para hacerse publicidad a sí mismo y su partido ¿con nuestro dinero?

Me avergüenza la presidenta de mi comunidad que haciéndose “la rubia” intenta dar una imagen de regeneración pero sigue rodeada de compañeros/as que van siendo imputados/as. Me avergüenza que diga que ha denunciado un caso de corrupción cuando resulta que estaba en el consejo de administración (2012-2014) de la empresa en cuestión, y que manifieste haber denunciado el caso, que ya estaba denunciado,  y aportado documentación cuando su grupo votó (2015) en contra de una comisión de investigación sobre este y otros casos de corrupción en la comunidad que preside (datos obtenidos de artículos de ElBoletin.com). Me avergüenza que gracias al apoyo de los de naranja siga dotando presupuestariamente con dinero de todo/as a centros privados o concertados de sanidad y educación en detrimento de nuestros servicios públicos. Me avergüenza que no haga nada para que una “ONG” siga vendiendo la sangre que donamos altruistamente a hospitales. Me avergüenza que apueste por las “externalizaciones” cuando se está demostrando que privatizaciones y corrupción “van de la mano”. Me avergüenzan los que con su apoyo mantienen a esta gente en los gobiernos municipales, autonómicos y en Moncloa.

Me avergüenza el presidente del reino que nombra ministros y altos cargos a amiguetes y no a personas cualificadas. Me avergüenza que ponga en la cúpula de Justicia a individuos que parecen proteger a los corruptos acrecentando el malestar por la no independencia de poderes y la impunidad de muchos de los/as investigados/os (imputados/as) personajes conocidos por el presidente del ejecutivo.

Me avergüenza que en muchos casos de corrupción que salen a la luz sea por el “chivatazo” que emana de las luchas internas en su partido y no por las denuncias de trabajadores/as, organizaciones o plataformas ciudadanas que quedan olvidadas en un “cajón”.

Me avergüenza que la ciudadanía que ha votado a estos representantes públicos no sean los primeros en pedirles explicaciones, en exigirles, ni  les castiguen  en las urnas como se merecen. Claro que hacen falta partidos de derechas para que tengan su representación pero por favor ¡no voten a corruptos!

Desmantelaban el “estado de bienestar” mientras presuntamente robaban y enriquecían a amigos. Nos decían que había que hacer sacrificios, nosotros no ellos, mientras presuntamente robaban y enriquecían a amigos. Morían y mueren enfermos por falta de recursos para medicarse como los afectados por hepatitis C mientras presuntamente robaban y enriquecían a amigos. Están falleciendo las personas dependientes sin que les haya llegado la prestación, mientras presuntamente robaban y enriquecían a amigos, me parece muy grave que el ejecutivo no cumpla la ley de dependencia. Han sido tan miserables que en un par de casos (que se sepa) se han quedado presuntamente con el dinero destinado a proyectos de cooperación. Alardeaban de la construcción de colegios privados y concertados, de hospitales supuestamente públicos, que luego resultó se querían privatizar mientras presuntamente ello les llenaba el bolsillo propio y el de los empresarios cómplices.

Me avergüenza que las buenas gentes de este país permanezcan mayoritariamente inmóviles ante tanta corrupción. Me avergüenza que se normalicen los comportamientos delictivos como algo innato del sistema. Me avergüenza que no seamos capaces de demostrar nuestra indignación.

Me avergüenza tener que plantearme cuánta corrupción ha quedado impune, porque los casos actualmente en sede judicial están a pesar de las trabas de los gobiernos a la Justicia. Me avergüenza escuchar a responsables populares decir que la Justicia es lenta, cuando han sido ellos/as los que la han dejado sin recursos materiales y humanos mientras despilfarraban en pufos como la ciudad de la Justicia de Madrid. Me avergüenza la persecución a jueces y fiscales que no siguen las órdenes de la cúpula política. ¡Protejan con una ley en condiciones a los denunciantes de corrupción! Ay si los funcionarios/as no se sintieran vulnerables, más viendo lo que han padecido y están padeciendo los denunciantes, y tuviesen libertad para sacar lo que pulula por mesas, cajones y archivadores. Me avergüenzan los que dicen que si pudieran también harían lo mismo y que crean que el resto pensamos o actuamos igual.

Me avergüenza la total impunidad para exhibir símbolos o entonar estrofas de la dictadura y el fascismo europeo y la persecución a inocentes que defienden nuestros derechos y libertades. Me avergüenzan los constantes insultos a las víctimas de la dictadura franquista y el ninguneo ante sus peticiones. Me avergüenzan las condecoraciones y reconocimientos a imágenes religiosas y la imposición de los valores de una dictadura de la que parece no somos capaces de desligarnos, ¿quizá porque seguimos inmersos en ella, quizá porque continua aunque cambien las formas?

Me avergüenza e indigna que ante hechos tan vomitivos como los que se van conociendo y los que sospechamos no haya ceses ni dimisiones. Además de la Justicia está la responsabilidad política y esa no se asume, no se van, y si se produce cese o dimisión le o la colocan en otro puesto de responsabilidad cobrando del erario público que es nuestro dinero.

Esto es una cloaca. Y la solución no la tienen ellos, la tenemos nosotros. Estoy harta de sentir vergüenza e indignación todos los días.